Desde que el hombre hizo su aparición en este planeta, se ha dedicado a transformar su entorno para sobrevivir, progresar y mejorar su calidad de vida. Desafortunadamente en el proceso ha lastimado a su hogar, se ha servido de él y ha abusado hasta el cansancio dejando tras de sí un rastro de devastación y especies extintas.
Las culturas antiguas rendían culto a la madre naturaleza y respetaban a todos los seres vivos. Esta sabiduría antigua los instaba a convivir en paz y armonía con las plantas que les proporcionaban remedios contra enfermedades y los animales que les servían de alimento. En algún desafortunado momento estas costumbres se perdieron y el hombre decidió que tenía derecho a tomar lo que quisiera sin preocuparse por la destrucción que esto pudiera causar.
Siglos después, el abuso es más que evidente, los recursos naturales se agotan a velocidades impresionantes, millones de especies animales se han extinguido y el número va en aumento, el calentamiento global es una constante amenaza e incluso la calidad del aire que respiramos es altamente cuestionable. Lo peor de todo es que los humanos no parecemos tener suficiente conciencia de lo que esto significa.
Las grandes corporaciones siguen explotando los recursos hasta la última gota, los gobiernos otorgan concesiones de construcción en áreas que debieran ser protegidas, el consumismo va en aumento y con esto el desecho de materiales no biodegradables y la lista continúa. Pero no todos los habitantes de este planeta van por la vida sin preocupación por el medio ambiente, indiferentes a la realidad del mundo que dejarán a sus hijos. El activismo ambiental ha cobrado fuerza en los últimos años en una constante lucha por crear conciencia.
Es inocente pensar que al reciclar botellas plásticas o crear composta en nuestro jardín a partir de los desechos orgánicos se pueda revertir todo el daño que le hemos hecho a la tierra pero tampoco podemos ser tan cínicos como para decir que cualquier esfuerzo es inútil, que es demasiado tarde. Por eso es importante la educación, la concientización y la participación para dejar de destruir nuestro hogar.
Hay muchas maneras de poner nuestro granito de arena y una manera efectiva y entretenida de concientizar es a través del arte como es el caso del musical ¡Qué Plantón!, creado en 1989 por Memo Méndez que habla de la ecología y el papel fundamental de las plantas para salvar al planeta.
La obra comienza cuando El Profeta otorga a las plantas la capacidad de hablar y moverse para embarcarse en una misión en la cual deben viajar por todo el mundo y resolver el acertijo que le otorgará al mundo vegetal el poder de gobernar ya que el hombre lo único que ha hecho con él es destruir al planeta. Así conocemos a diferentes plantas de diversos entornos que se suman a la tarea de encontrar la respuesta.
La puesta en escena en esta ocasión fue por parte de la Compañía de Teatro Fragmentos, dirigida por Patty Monroy y Héctor Mújica, actor y director que fue parte del montaje original en la ciudad de México. Las brillantes actuaciones y las contagiosas melodías cautivaron al público que disfrutó del espectáculo visual gracias a una original escenografía y un simpático vestuario.
El mensaje ecológico no sólo se transmite por las enseñanzas del libreto sino que la Compañía de Teatro concientiza a través del ejemplo elaborando toda la escenografía con material reciclado, desde botellas de plástico hasta periódicos y latas armados artísticamente para crear belleza a partir de desechos.
Este musical es tan vigente ahora como lo fue en los ochentas y por eso muchas compañías de teatro la han montado a través de los años y no deja de atraer público. Una divertida manera de reflexionar acerca de nuestras acciones y pensar en el futuro antes de que sea demasiado tarde. No se pierdan esta hermosa e inteligente puesta en escena que Fragmentos estará presentando en esta temporada.
La imagen utilizada es el póster original de la puesta en escena por la Compañía de Teatro Fragmentos. Diseño: Mary Zetina / Publiconcepto
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