viernes, 25 de mayo de 2012

Tan mala que podría ser buena


Siempre he creído que se puede disfrutar de una mala película. Los efectos especiales de bajo presupuesto, las pésimas actuaciones, los diálogos sin sentido y un guión mal escrito pueden tener su encanto si se ven con la intención de pasar un buen rato. Bajo esa filosofía he desperdiciado horas de mi vida que jamás podré recuperar pero también he descubierto verdaderas joyas del séptimo arte que son buenas precisamente por ser tan malas.
La película mala por excelencia es Plan 9 del espacio exterior, dirigida en 1956 por Edward D. Wood Jr. Les recomiendo que la vean para poder apreciar la belleza de una pésima producción. Está tan mal hecha que a través de los años se ha convertido en una exitosa película de culto que incluso se sigue exhibiendo en ciertas salas de Norte América en funciones especiales.
Tomando todo esto en cuenta me atreví a ignorar las críticas y ver La casa de mi padre. La idea era interesante, parodiar a la cultura mexicana a través de ojos norteamericanos tomando como inspiración a las telenovelas y las producciones setenteras que no se caracterizaban precisamente por su alta calidad.
Dejando de lado el marcado acento de Will Ferrell, el director pretende darle autenticidad a la película al hacerla totalmente hablada en español y situarla en un rancho expuesto a la violencia del narcotráfico. Diego Luna y Gael García Bernal interpretan a dos narcotraficantes cuya rivalidad pone en peligro al protagonista y a la mujer que ama.
La película tiene una buena dosis de chistes y referencias culturales que me hicieron reír pero el director no supo cuando parar. En ocasiones se alargaban tanto las escenas que no podíamos recordar cuál era el chiste por el que nos reíamos. Fácilmente pudieron haber editado 30 minutos de la película y no se hubiera perdido nada de la trama.
Gael fue el que se llevó la película, la definición que le dio a su personaje opacó al resto del elenco. Merece mención especial Génesis Rodríguez, resultó creíble la atracción que sentía por Will Ferrell y eso, en mi opinión, la hace una gran actriz. Me hubiera gustado ver más ingenio en los chistes y más giros en la trama que sorprendieran al espectador. Hay mucho material por explotar y fue desperdiciado aunque aprovecharon para incluir una que otra crítica social que, mezclada con los chistes, evidencia la seriedad de lo que se está parodiando.
Por momentos el público se reía más por la intencionalmente pobre escenografía y errores de continuidad que por los diálogos. Reconozco que es un divertido tributo a las producciones mexicanas del siglo pasado pero esperaba algo mucho mejor. Quizás ese haya sido precisamente el problema, si van a verla no tengan muchas expectativas al respecto y así podrán disfrutarla.
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.



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