lunes, 9 de septiembre de 2013

Tan fuerte como el adamantium


Uno de los mayores aciertos de Hollywood en los últimos años ha sido apostarle a las películas de súper héroes. Los cómics, aunque ya tenían una sólida base de fans, han aumentado su popularidad y las habilidades e historias de los personajes que cobran vida en sus páginas ya no son sólo para conocedores.
Con franquicias multimillonarias como The Avengers y Spider-Man queda claro que hoy más que nunca los fans están ávidos de ver a sus personajes de cómics favoritos con producciones que les hacen justicia. Las películas de Superman protagonizadas por Christopher Reeve fueron todo un éxito pero no precisamente por sus efectos especiales. Fueron grandes producciones pero difícilmente proyectan la espectacularidad de las películas que vemos hoy en día.
Ahora los estudios cuentan con presupuestos estratosféricos y tienen a su disposición las técnicas de generación de imágenes por computadora más sofisticadas. Se pueden destruir ciudades enteras o mostrar invasiones extraterrestres a gran escala sin necesidad de sets elaborados o locaciones en lugares recónditos. Estas facilidades enriquecen la producción y permiten al director dar rienda suelta a su creatividad confiando en la calidad del producto final.
El problema con algunas producciones es que confían demasiado en los efectos especiales y en las CGIs, tanto que en ocasiones descuidan el guión e incluso el proceso de casting. Reconozco que mientras nos den explosiones, súper poderes y enemigos memorables sentiremos que desquitamos el costo del boleto de admisión pero, así como el público es cada vez más exigente con la calidad de las producciones, también exige mejores guiones y actuaciones.
Una franquicia salida de los cómics que cumple con todos los requisitos ha sido, sin duda, la de los X-Men. No sólo se ha mantenido fiel al cómic sino que ha cuidado mucho a los personajes y la manera en que los presenta al público. Los guiones, brillantemente escritos, permiten que cada mutante brille con luz propia, esto, aunado al gran trabajo de casting hace posible que cualquiera de los personajes bien pudiera tener su propia película sin problema alguno.
Queda claro que el personaje que más se ha explotado es el de Wolverine, interpretado magistralmente por Hugh Jackman, pero no por eso es él quien carga con todo el peso de la franquicia. En X-Men: primera generación, sólo vimos a Logan durante unos segundos y no por eso la película deja de ser grandiosa.
Ya sea que se trate del profesor Xavier y sus X-Men o sólo de Wolverine, esta franquicia bien podría dar cátedra a las demás sobre cómo hacer de cada entrega un éxito. La más reciente: Wolverine inmortal, es el mejor ejemplo de una franquicia muy bien cuidada. En esta película se muestra a un Logan abatido, inconforme con su vida y desdichado por la pérdida de Jean Grey. La actuación de Jackman hace creíble que un personaje tan poderoso pueda tener un lado tan frágil. Cabe mencionar que el impresionante físico de Hugh es suficiente para que cualquier mujer empiece a interesarse en el universo de Marvel.
En esta película se nos revela un poco más sobre el pasado de Logan y los sentimientos detrás de la fachada de hombre rudo. Nos muestran las circunstancias que llevan a Logan a perder su capacidad de regeneración, convirtiéndolo, por primera vez en su vida, en un mortal. Es aquí donde vemos la manera correcta de mostrar el lado vulnerable de un súper héroe, contrario a lo que intentaron hacer en Iron Man 3.
A diferencia de Tony Stark, Logan es un hombre que no deja de ser él mismo sin importar las circunstancias. Wolverine ha vivido durante tanto tiempo y ha visto tantas cosas que su capacidad de regeneración, sus garras y su esqueleto de adamantium no son lo que define su carácter. Sus valores, su sentido de responsabilidad e incluso sus sentimientos no cambian sólo porque esté decepcionado de la vida.
Es difícil no comparar a este Wolverine con el Iron Man de la tercera entrega porque ambos están sufriendo por la mujer que aman, ambos se encuentran súbitamente desprovistos de sus poderes, en el caso de Tony debe moverse sin su traje, y ambos deben luchar contra un poderoso enemigo al que no parece ser factible derrotar sin la ayuda de algún súper poder.
Conforme avanza la película sufrimos con la vulnerabilidad de Logan pero también confiamos en su fortaleza y sabemos que, de alguna manera, Wolverine logrará salvar el día. Una de las escenas de acción en que Logan se ve obligado a pelear en el techo de un tren bala a toda velocidad es una de las más emocionantes que he visto, es cruda, intensa e ingeniosa. La damisela en apuros que Wolverine debe proteger carece un poco de personalidad pero el carisma de Rila Fukushima, quien interpreta a la mutante Yukio, crea una fuerte y memorable presencia femenina. Es una lástima que no se haya explotado más el personaje de la malvada Viper, me gustaría haber visto a la guapa Svetlana Khodchenkova haciendo sufrir mucho más a Logan.
Wolverine inmortal demuestra porque Logan es el más interesante de todos los X-Men, no que necesitáramos una explicación pero se agradece que en esta entrega nos lleven de vuelta al principio, a lo más profundo de la naturaleza de este personaje. A pesar de que esta película sea una continuación directa de X-Men: la batalla final y tenga un par de detalles sobre Wolverine que quizás no todos conozcan o recuerden no importa. Este excelente largometraje no decepcionará ni a fans ni a neófitos.
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.

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