La saga escrita por Stephenie Meyer, Crepúsculo, es tan amada como odiada y no es para menos. Admito que no soy el mercado meta en lo que a edad se refiere pero tengo el suficiente criterio para desconcertarme ante el impresionante éxito que tuvieron estos libros. Se dice que Meyer creó la fantasía adolescente perfecta, un chico guapo y misterioso que, aunque podría elegir a cualquier chica, se enamora de una adolescente torpe y sin personalidad.
Es obvio que la mayoría de las adolescentes se
identifican con el personaje de Bella, no porque la mayoría sean como ella sino
porque se sienten como ella. Es una edad difícil en la que el cuerpo cambia y
no nos sentimos muy cómodos, comenzamos a experimentar con estilos y
atravesamos crisis de identidad. En la escuela hay estereotipos muy marcados,
desde los populares a los rechazados y todos están intentando encontrar su
propia identidad.
Es por eso que el extremadamente serio, sombrío y,
aceptémoslo, acosador Edward, es el sueño de la adolescente promedio. Para las jóvenes
menores de 18 años es emocionante imaginar ser el centro de atención de un
muchacho misterioso que las sobreprotege y que no necesita llevárselas a la
cama para demostrarles lo mucho que las ama. Para las mayorcitas este personaje
es una verdadera pesadilla. ¿Quién quisiera tener un novio psicópata que nos
observa mientras dormimos? Cualquier mujer que se precie de ser inteligente se
alejaría de un hombre que no revela nada de sí mismo y que pretende controlar
nuestras idas y venidas.
Solía creer que mi desdén por Crespúsculo se debía a mi edad pero ahora me doy cuenta que no es
así. Cuando yo era adolescente tenía mis fantasías y me atraían los chicos
malos pero estoy segura que ni por un segundo hubiera sido fan de estos libros.
La idea de los vampiros de Meyer no me interesa ni por un segundo, prefiero
quedarme con los chupasangres de Anne Rice. Hombres sofisticados y seductores
que no pierden el tiempo persiguiendo a jovencitas inmaduras.
Como adolescente tampoco hubiera encontrado atractivo a
un vampiro de cientos de años, por más que tenga el cuerpo de un joven, no
dejaría de verlo como a un anciano. Cuando se es adolescente cualquier hombre
que se acerque a los 30 ya es considerado un vejestorio, por lo menos así era
para mí. No tenía interés por los hombres mayores, no los encontraba emocionantes
y seguros de sí mismo, me parecían serios y aburridos. Además es bastante
enfermiza la idea de que un viejo vampiro seduzca a una adolescente. Bella era
menor de edad cuando Edward se metía a su habitación por las noches. Es
escalofriante, no romántico.
Seguramente a Stephenie Meyer no le interesan opiniones
cómo las mías, estará demasiado ocupada contando sus millones de dólares. Su
extraña fórmula funcionó y ahora tiene más dinero del que cualquier persona
necesita. Por eso muchos autores se están enfocando ahora en sagas para
adolescentes en un intento por emular el éxito de Meyer, desde Los Juegos del Hambre
hasta Cazadores de Sombras, Hollywood
está desesperado por exprimir hasta el último centavo de los padres de millones
de adolescentes.
La saga Guardianes
Ocultos de Rachel Hawthorne sigue la misma escuela de Meyer y también nos
trae fantasías adolescentes pero esta vez con licántropos. La primera entrega, Luz de Luna, nos presenta a Kayla, una
norteamericana promedio, un tanto inadaptada e insegura que trabaja durante el
verano como guía en el parque natural. Como era de esperarse, conoce a Lucas,
un chico guapo y misterioso que se porta sobreprotector con ella.
Hawthorne crea personajes con un poco más de
personalidad que los de Meyer pero aun así están algo flojos. Kayla no es tan
torpe ni tan insípida como Bella pero su indecisión es igual de molesta. Lucas
tiene mejor sentido del humor que Edward y por lo menos es un adolescente, tan
sólo le lleva un par de años a la heroína. Ese me parece un romance
completamente aceptable aunque la responsabilidad que se le impone al sumamente
serio Lucas no debe ser saludable
para el típico adolescente.
La historia tiene una trama interesante aunque pudo
haberse explotado mucho más. Los enemigos tardan más en llegar que en irse y
nunca se siente verdadera tensión en la historia. Luz de Luna es una lectura fácil, sin complicaciones y que puede
entretener al lector en una tarde lluviosa. A pesar de la sencillez de este
libro es claro que Hawthorne tiene más conocimiento sobre hombres lobo que
Meyer sobre vampiros y sólo por eso es mejor que la saga Crepúsculo.
Hawthorne también sigue los pasos de Meyer para los
nombres de sus libros. Así como Meyer no se quebró mucho la cabeza y utilizó
como referencias la transición entre día y noche, la luna y el sol, Hawthorne
también hace elecciones obvias para los títulos de su saga: Luz de Luna, Luna Llena, Luna Oculta y
Sombra de Luna. Al que no le quedó
claro que los hombres lobos son influenciados por la luna puede volver a leer
los títulos.
No me arrepiento de haber leído este libro pero no creo
que salga corriendo a comprar las siguientes entregas, si llegan a caer en mis
manos las leeré pero no es algo que me quite el sueño. Quizás si tuviera un par
de décadas menos encontraría esta saga más interesante pero prefiero quedarme
con mi fantasía de licántropos favorita: Joe Manganiello en True Blood, he ahí un hombre lobo que
puede atacarme en el momento que quiera. La imagen utilizada es propiedad de la Editorial.
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