viernes, 27 de septiembre de 2013

¡Larga vida a la reina!


Sería imposible elegir un solo género musical para que fuera el soundtrack de mi vida. Crecí escuchando diversos tipos de música, no sólo de la generación de mis padres sino la que mis hermanos escuchaban. Siempre tuvimos la libertad de expresar nuestros diferentes gustos e incluso se nos alentaba a encontrar nuestra identidad a través de cualquier expresión artística que se nos ocurriera. Las diferentes personalidades de cada hermano eran obvias, y cada vez más marcadas, según nuestros gustos musicales.
Mientras mi hermano escuchaba música clásica y rock pop, mi hermana se inclinaba más hacia el pop y las baladas. Yo no tardé en descubrir el Hard Rock y Heavy Metal pero nunca dejé de lado los géneros que mis hermanos escuchaban. En ocasiones fui altamente criticada por mis gustos musicales que eran considerados, por personas de mente estrecha, basura. Lo que para algunos eran sólo sonidos sin sentido y estruendo que podía dejar sordo a cualquiera para mí era la expresión del sentir de alguien con quien yo me identificaba.

Fui afortunada al crecer en un ambiente musical ecléctico porque aprendí que la música no se clasifica en vieja o nueva sino en buena o mala. Así como hay composiciones de hace siglos que dejan bastante que desear también hay maravillosas piezas clásicas que jamás dejarán de conmover a nuevas generaciones. De igual manera, hay intérpretes contemporáneos de pop, rock, rap, soul, etc. que son verdaderas artistas que se convertirán en clásicos y otros tantos que, por no encontrar otra manera mejor de decirlo, apestan.
Antes se requería verdadero talento, dedicación e ingenio para llamar la atención del público, después posicionarse y finalmente consolidarse como artistas pero ahora cualquiera puede ser la sensación del momento gracias a Youtube. El mejor ejemplo es Justin Bieber, no soy fan de su música y fuera de su éxito “Baby” no podría mencionar otra de sus canciones. No quiero ser dura con él, quizás realmente tenga talento pero su música no creo que trascienda, es difícil imaginar que dentro de unos años sus canciones sigan vigentes, es más probable que terminen como jingles para cereales o algún otro producto inofensivo.

La culpa no es del pobre Bieber sino de sus manejadores, él es sólo un adolescente que no ha llevado una vida normal ya que todos a su alrededor lo adulan mientras intentan disimular el signo de dólares en sus ojos. Su comportamiento ha pasado de molesto a potencialmente peligroso en poco tiempo pero era de esperarse en un ambiente tan dañino. Millones de jovencitas lo adoran y se vuelven histéricas al verlo porque no conocen algo mejor pero en unos años, cuando maduren y hayan tenido oportunidad de vivir realmente espero tengan el suficiente sentido del humor para reírse de su absurdo comportamiento de juventud.
No las estoy juzgando, admito que yo también idolatraba a muchos artistas y gritaba histérica en sus conciertos pero jamás se me hubiera ocurrido amenazar con mutilarme o suicidarme si algo les pasaba, como es el caso con las “believers”. Yo ni siquiera había nacido cuando fallecieron Jim Morrison, Janis Joplin y Jimmy Hendrix pero comprendo el impacto que sus muertes tuvieron no sólo en sus fans sino en la cultura pop.

Era demasiado niña para comprender el gran vació que dejó Lennon cuando lo asesinaron pero a mi corta edad ya era fan de The Beatles. Me deprimí con el suicidio de Kurt Cobain pero no me sorprendió y cuando leí el encabezado que decía que Jani Lane, vocalista de Warrant, había sido encontrado muerto, demoré unos segundos antes de leer el resto de la nota. Sobra decir que nunca lo conocí y no me entristecí directamente por él sino por lo que representaba: el fin de mi adolescencia. Lane falleció hace un par de años, mi adolescencia quedó atrás hace mucho más que eso pero por más absurdo que parezca, su muerte lo hacía parecer oficial.
El rock ha sufrido cuantiosas y dolorosas pérdidas pero quizás una de las más importantes ha sido Freddie Mercury, vocalista de Queen. Este brillante compositor poseía una de las mejores voces de todos los tiempos. Con su gran personalidad y carisma era capaz de cautivar a cualquiera. Su talento no tenía límites, tuvo un entrenamiento musical clásico y su creatividad sólo aumentaba con el tiempo. Mercury no era producto de la mercadotecnia ni un “one-hit wonder”, Freddie fue el prototipo perfecto del artista que nació para compartir su talento con el mundo.

La música de Queen traspasa fronteras y generaciones, los integrantes de la banda siguen llenando estadios a pesar de que su vocalista fue arrebatado de los escenarios al fallecer de bronconeumonía complicada por el Sida que padecía. Sus canciones son favoritas entre chicos y grandes, son temas de películas e himnos personales. Desde “We are the champions” en los eventos deportivos hasta “Bohemian Rhapsody” cuando la ocasión amerita cantar a todo pulmón, la mayoría hemos entonado esos y muchos otros de sus temas a lo largo de nuestras vidas.
Se han hecho innumerables presentaciones de orquestas filarmónicas interpretando la música de Queen y esta propuesta sólo amplifica la majestuosidad que sus canciones poseen sin necesidad de acompañamientos. La Filarmónica de Acapulco en colaboración con el Quinteto Britania presentó Queen Manía con un ambicioso programa de 16 de algunas de las canciones más conocidas del grupo.

Siento decir que salí un poco decepcionada del evento, algunos de los arreglos fueron perfectos pero otros no lograron mostrar el poderío de las canciones. Me quedé con las ganas de escuchar ciertas canciones pero era imposible no decepcionar a alguien al contar con espacio para sólo 16 piezas. El vocalista del Quinteto Britania parece haber entrado frío o tardó en tomar confianza porque las primeras canciones fueron un desastre en lo que a voces se refiere. La grandiosidad de la interpretación de la filarmónica se perdía entre el estruendo del público que insistía en cantar con todas sus fuerzas como si estuviera en un concierto de rock.
Tras el intermedio el vocalista finalmente dio todo de sí y las canciones se escucharon mucho mejor. El guitarrista se lució en los solos, sobre todo cuando bajó del escenario y nos visitó a los que estábamos sentados en la parte superior del auditorio. Su magistral interpretación aumentó su valor al doble por tener el detalle de tocar su instrumento entre las personas que abarrotábamos el lugar.

Hubo un gran ambiente durante todo el concierto y las fallas de interpretación se compensaron con el talento y la actitud de los músicos. Quedó claro que el personal artístico disfrutó interpretar la música de Queen tanto como el público disfrutó escucharlos.
La imagen utilizada es propiedad de los organizadores del evento.

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