¿Quién no ha jugado con un cordel entre sus manos hasta formar la conocida “cuna de gato”? Kurt Vonnegut tomó prestado de este pasatiempo el nombre para la novela de ciencia ficción que escribió en 1963 logrando un inteligente simbolismo. La sátira y la comedia negra que lo caracterizan matizan magistralmente la visión apocalíptica de este libro.
Vonnegut fue un prolífico autor que utilizó las peculiaridades de su vida para crear un estilo único. Fue estudiante de bioquímica, prisionero de guerra, editor, reportero y publirrelacionista, y tomó de todas estas experiencias inspiración para su obra. Al haber vivido en carne propia el horror, la destrucción y la deshumanización en la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de reflejar estos aspectos en su obra con tintes de humor ácido.
En Cuna de Gato nos muestra a un bizarro grupo de personas cuyos destinos se van entrelazando hasta terminar juntos en la República de San Lorenzo, una isla sin bienes explotables cuyos pobladores tienen una manera singular de ver la vida. Todo comienza cuando el trabajo de un periodista lo lleva a conocer a los hijos del padre de la bomba atómica y se entera de la posible existencia de un peligroso material conocido como hielo-nueve.
Vonnegut entreteje las vidas de los personajes hasta formar un pequeño y disfuncional grupo cuyos intereses egoístas amenazan con la destrucción del mundo entero. A pesar de estar a un paso del fin de la humanidad, los personajes no pierden su autenticidad. El sarcasmo con el que se narran los hechos que pueden llevar al trágico desenlace nos impide ver la seriedad del asunto y nos muestra lo risible que puede ser la estupidez humana.
Las circunstancias que se narran tienen tanto sentido como llamarle cuna de gato a una cuerda entrelazada en dos manos como menciona Newt, uno de los personajes “No me extraña que los niños crezcan locos. Una cuna de gato no es más que un montón de equis entre las manos de una persona, y las criaturas miran y miran una y otra vez todas esas equis… pues que ni maldito gato ni maldita tuna que valga”. Más tarde cuando se descubre que las apariencias engañan, Newt simplemente separa sus manos unos quince centímetros y alarga los dedos diciendo “¿Ve el gato? ¿Ve la cuna?”
Una trama como esta debería resultar indignante, molesta e incluso debiera enfurecernos con los personajes pero Vonnegut nos mantiene sonriendo incluso cuando esperaríamos estar llorando. Kurt Vonnegut falleció en 2007 pero contagiará su ingenioso sentido del humor a las siguientes generaciones a través de catorce novelas llenas de ironía y humor negro que nos permiten ver con una sonrisa en el rostro la realidad de la vida y el triste destino que puede tener la humanidad.