Astronautas, vaqueros, policías, presidentes, atletas profesionales, los niños sueñan en grande y se emocionan imaginando las emocionantes vidas que tendrán cuando sean adultos. No importa qué tan descabellada pueda parecer nuestra idea, cuando somos niños estamos convencidos de que sólo necesitamos quererlo para tenerlo. La niñez es una época maravillosa en que la realidad no tiene gran influencia en nuestras decisiones.
Como adultos sabemos que no se trata sólo de elegir lo que queremos sino de trabajar para conseguirlo y, en un mundo en donde la competencia es cada vez mayor, debemos estar muy bien preparados. Confucio dijo “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”, tenía razón pero no del todo. Incluso para aquellos que tienen su trabajo soñado deben lidiar con ciertos aspectos de su profesión u oficio que no son del todo de su agrado.
Cuando estaba en la universidad asistí a una conferencia sobre publicidad y el orador nos dijo algo que jamás olvidaré: “La publicidad sería la mejor y más bonita de todas las profesiones de no ser por los clientes”. Como estudiante no lo comprendí del todo pero ahora, después de más de una década dedicándome a diseño y publicidad sé exactamente a qué se refiere. No creo que sus palabras se limiten a mi área, lo mismo sucede en cualquier otra. Clientes, proveedores, especificaciones técnicas, leyes, regulaciones oficiales, en todos los ámbitos se encuentran limitantes que debemos tolerar.
A pesar de los problemas laborales y el estrés no debemos olvidar estar agradecidos de que tuvimos la libertad de elegir a qué nos dedicaríamos. En la antigüedad las mujeres no podían darse el lujo de tomar decisiones respecto a sus propias vidas ni mucho menos estudiar y prepararse. Este es el tema que aborda Susan Griffin en el libro Las Cortesanas y nos lleva en un emocionante recorrido a través de la historia que describe un mundo dominado por hombres, regido por el machismo y los prejuicios.
Griffin describe fielmente el absurdo de considerar a las mujeres una moneda de cambio, se esperaba que fuesen seres desprovistos de consciencia que sólo servían para adornar las cortes y unificar reinos a través de matrimonios provechosos. Las mujeres “respetables” no aprendían siquiera a leer y escribir, se les mantenía en la ignorancia en cuestiones políticas y sociales. Era impensable el considerar pedirles su opinión o permitir que tuvieran profesión o ejercieran algún oficio.
Curiosamente, en una época tan denigrante para las mujeres, la clase baja parecía gozar de más libertad ya que de ellas no se esperaba nada, nadie parecía reparar en ellas y muchas incluso se ganaban el sustento trabajando como criadas pero ellas tampoco podrían jamás estudiar alguna profesión. Las mujeres de clase baja podían ir y venir a su antojo pero se desgastaban físicamente con trabajos pesados y mal pagados. Las mujeres de clase acomodada vivían rodeadas de lujos pero no podían siquiera expresarse.
En ese estado de represión resulta admirable que las mujeres hayan encontrado la manera no sólo de asegurar su posición económica sino de estudiar y cultivarse, tanto así que sus opiniones eran escuchadas y respetadas. La mejor manera de conseguir esta envidiable posición era convirtiéndose en cortesana. Las más hábiles se reinventaban a sí mismas y creaban personajes que conquistaban amantes adinerados y poderosos que no reparaban en gastos para mantenerlas a su lado.
Sería fácil juzgar a estas mujeres y criticarlas por sus decisiones pero la realidad es que eran otros tiempos y sus situaciones eran desesperadas. Las cortesanas se valieron de sus atributos físicos pero también de su inteligencia para acumular riqueza y poder. De ellas se esperaba no sólo que fueran artistas en la cama sino que también fueran cultas, divertidas y educadas para retener la atención de los hombres en las más elevadas posiciones.
En Las cortesanas se describe cómo es que llegaron a convertirse incluso en íconos de la moda y la cultura, creando tendencias en ropa y accesorios, se volvieron imprescindibles en eventos sociales, se codeaban con la más alta sociedad y apoyaban a las artes. Estas mujeres lograron lo impensable en una época en que la represión al sexo femenino era una norma. Este libro nos muestra las increíbles y conmovedoras historias que van de la pobreza y el abuso a la riqueza y la admiración. Una lectura que cambiará definitivamente nuestra manera de pensar sobre las cortesanas.
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