Este año parece estar de moda más que nunca todo lo relacionado con el fin del mundo y la aniquilación de la raza humana. Es innegable que los Mayas poseían grandes conocimientos, superiores incluso a los de muchas poblaciones de hoy en día pero no creo que ni ellos, con su gran inteligencia, hubieran imaginado el revuelo que sus profecías causarían en pleno siglo XXI.
El anuncio del fin de nuestros días no es nada nuevo, a través de la historia se ha dado una cantidad absurda de fechas en las que supuestamente todo terminará. Ni siquiera tengo que remontarme a épocas muy lejanas, recuerdo cuando en mi niñez se anunciaron fechas apocalípticas que terminaron siendo días perfectamente normales.
Me tocó vivir la paranoia del Y2K, yo nunca creí que los misiles fueran a dispararse solos ni que las computadoras fueran a volverse locas y a apoderarse del mundo en cuanto entráramos a un nuevo siglo pero conocí varias personas que estaban convencidas de que nos había llegado nuestra hora. Yo recibí al nuevo milenio en un bar con vista al mar disfrutando de un espectáculo de fuegos artificiales sobre la bahía. Mi computadora simplemente cambió de fecha, no se auto destruyó y nunca hubo un apagón masivo que condenara a la humanidad a una época de obscuridad.
En años recientes ha surgido una buena cantidad de profetas autoproclamados que advierten sobre el fin del mundo pero no se les ha tomado en cuenta, ni siquiera a trending topic llegan. Me resulta raro que las profecías Mayas ahora sean tomadas casi cómo una ciencia exacta aceptada por tantas personas en el planeta. Lo peor de todo es que las personas que sufren cada día ante el inminente fin de nuestra existencia ni siquiera se preocupen por leer y estudiar a fondo lo que los Mayas realmente querían decir.
Los Mayas se referían al fin de la vida cómo la conocemos, lo cual puede significar cualquier cosa. Si mañana decido volverme vegetariana entonces mi vida cambiará o si me mudo a otra ciudad mis días serán muy diferentes a lo que son ahora. El mundo en estos momentos está pasando por un momento difícil y las personas que están en puestos claves para tomar decisiones no están haciendo un buen trabajo. Hay tantas cosas que no están funcionando que realmente espero que los Mayas tengan razón y venga un cambio porque en verdad lo necesitamos.
Lo único seguro es que es un tema que siempre ha dado y dará mucho de qué hablar. Por eso las películas de desastres siempre han obtenido buenos resultados en taquilla. Ya sea que se trate de un meteorito que se impacta en la tierra, que los extraterrestres vengan a conquistar nuestro planeta o que el apocalipsis zombie esté a la vuelta de la esquina, la destrucción del mundo siempre ha generado tanta atracción como miedo.
Hay una buena cantidad de películas sobre mundos post-apocalípticos y la mayoría pintan panoramas poco alentadores. Extinción, recursos agotados, muerte y destrucción son algunos de los aspectos que se muestran en la pantalla grande. Desde Mad Max, pasando por Yo soy leyenda, hasta Los hijos del hombre todas parecen dar pocas esperanzas a la raza humana.
Joel Juárez es un director que se aventuró a crear un mundo post-apocalíptico diferente en su primer largometraje Generation Last. Esta película nos cuenta la historia de un grupo de niños que intentan sobrevivir en un mundo destruido y abandonado. Aunque la idea podría ser buena la trama es lenta y tediosa. Sólo podemos imaginar la angustia de estos niños ya que en pantalla no la vemos.
Los pequeños están solos, hambrientos y cansados pero eso no es todo. Al parecer ya no hay protección alguna en la atmósfera contra los rayos solares y deben beber un líquido que les ayuda a retrasar la inevitable aparición de cáncer. Para colmo deben cuidarse también de los chaneques, criaturas mitológicas que protegen a la naturaleza de la destrucción del ser humano.
Aplaudo la visión del director y su intento por mostrar un destello de esperanza en un mundo de desolación. Juárez filmó esta película en Acapulco y logró capturar la belleza de sus paisajes naturales aunque nos deja queriendo más. En resumen, fue un buen esfuerzo pero debió cuidar más los detalles y adaptar el guión ya que nunca hubo un punto álgido en la película, la historia es plana de principio a fin. Faltó emotividad que nos mostrara la realidad de la situación ya que los protagonistas no parecían sobrevivientes en un mundo hostil sino sólo niños que se fugaron de sus casas y se unieron a una pandilla.
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.
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