martes, 30 de octubre de 2012

Del morbo a la fascinación



Resulta terrorífico pensar en asesinos a sangre fría, escuchar sobre ellos en las noticias y leer los detalles de sus crímenes en los periódicos. Esto resulta una contradicción ya que, a pesar del temor que nos cause enterarnos de la depravación de estos seres, sus actos nos causan una extraña fascinación. Desde los asesinatos llevados a cabo por un impulso del momento hasta los que requirieron meses de planeación.
Programas como CSI (Escena del crimen) nos hacen creer que hoy en día es casi imposible cometer el crimen perfecto. El asesino siempre parece dejar algo de sí mismo que conducirá a los investigadores hacia él, ya sea un cabello, un pedazo de ropa e incluso la tierra de sus zapatos. Numerosas series de televisión nos explican la manera en que la ciencia se encargará de encontrar al culpable sin importar lo minúscula que sea la evidencia.
Me considero fan de estos programas pero soy realista, sé que los casos de asesinatos no se resuelven en tan sólo unos días ni que la persona que procesó la escena del crimen será la misma que analizará las pruebas en un laboratorio. La realidad es que los casos tardan meses, incluso años en resolverse y eso es en el mejor de los casos ya que la policía cuenta con una cantidad impresionante de casos archivados a la espera de, algún día, tener la suerte de ser retomados.
Desgraciadamente también queda claro que las autoridades no le dan la misma importancia a todos los casos y muchos culpables andan sueltos gracias a tecnicismos, evidencias circunstanciales o simplemente porque las familias de las víctimas no cuentan con los medios para presionar y de esta manera asegurarse de que la investigación continúe.
A pesar de las deficiencias del sistema debemos reconocer que la ciencia constantemente está innovando en cuestión de medicina forense y procesamiento de evidencias porque, desafortunadamente, pareciera que los crímenes van en aumento y los asesinos parecen evolucionar a la par de la ciencia y desarrollar cada vez más ingeniosos planes para no ser descubiertos.
Por más interesante que resulte el proceso científico para encontrar al culpable, encuentro aún más fascinante el uso del intelecto, la deducción y el instinto para resolver los crímenes. Hércules Poirot y Miss Marple no necesitaban muestras de ADN para encontrar a los asesinos, Dupin resolvía misterios con una facilidad increíble y Sherlock Holmes, con sólo echar un vistazo a la escena del crimen, podía deducir lo que había sucedido. Quizás su eficiencia se debía a que todos ellos son invenciones literarias.
La historia está plagada de crímenes sin resolver, algunos de ellos tan antiguos que los culpables murieron sin pagar en vida por sus fechorías. Hay casos muy famosos pero no por eso más o menos interesantes que otros que continúan desconcertándonos. Quizás por este interés generalizado Lionel y Patricia Fanthorpe se dieron a la tarea de recopilar algunos de los casos sin resolver más extraños en su libro Los asesinatos más misteriosos de la historia.
Aquí encontraremos casos de personajes notables como Jack el destripador y Lizzie Borden pero también nos enteraremos de los pormenores de casos a los que no se les dio la debida importancia o que no se contaron con los medios para darles seguimiento. Algunos de ellos comenzaron a investigarse después de muchos años, tantos que ya ni siquiera era posible recabar evidencia o interrogar a los sospechosos.
Este libro es una lectura imprescindible para los fans de las novelas policiacas y los programas de crímenes por resolver. Mi única crítica negativa al respecto es que los autores intentaron abarcar tantos casos que sólo nos dan una probadita de cada uno dejando muchos detalles fuera. Tal vez fue un proyecto demasiado ambicioso para un solo libro pero la información es suficiente para despertar el interés del lector y motivarlo a realizar sus propias investigaciones sobre los casos que más le hayan llamado la atención.
Los casos en este libro parecen mostrar que el crimen perfecto puede ser llevado a cabo, ya sea por una excelente planeación o por tener suerte para que las condiciones sean perfectas para ejecutar un asesinato. La incompetencia y el desinterés de las autoridades también han sido de gran ayuda para los asesinos. Ni siquiera la ciencia ha podido resolver algunos de los crímenes que se cuentan en este libro ya que hay incluso casos relativamente recientes.
Lo cierto es que sólo podemos especular sobre lo sucedido y horrorizarnos y maravillarnos por igual por los oscuros recovecos de la mente humana y los misterios sin resolver que han cobrado la vida de tantas personas sin posibilidad de encontrar a los culpables.
La imagen utilizada es propiedad de la Editorial.

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