lunes, 5 de agosto de 2013

Un viaje inesperadamente lento

 
Si a principios del siglo pasado alguien le hubiera dicho al autor inglés J.R.R. Tolkien que un día sus escritos resultarían en una de las trilogías cinematográficas más impactantes y exitosas de todos los tiempos no lo hubiera creído. Sin más expectativas que crear una historia para sus hijos escribió The Hobbit y por una casualidad dicho manuscrito cayó años después en manos de un empleado de la editorial George Allen & Unwin quien lo convenció de entregarlo para que fuese publicado.
Sorpresivamente el libro logró cautivar a chicos y a grandes y su popularidad fue tal que le pidieron escribir una secuela. Fue así que Tolkien comenzó a escribir la novela épica El señor de los anillos. No fue una tarea fácil y requirió más de diez años en completarla, durante ese tiempo contó con el apoyo de su buen amigo, el también autor, C.S. Lewis, conocido por Las Crónicas de Narnia.
Tolkien concibió El señor de los anillos como una novela para niños pero conforme escribía la historia ésta cobró vida propia y se volvió más obscura y seria. Pronto quedó claro que esa novela sería más apropiada para adultos por la intensidad y complejidad de su contenido. En 1954 se publicó en tres volúmenes que pronto crecieron en popularidad y en los sesentas esta trilogía ya estaba posicionada como una de las obras de ficción más populares del siglo XX.
El éxito de esta novela se mide no sólo por las ventas sino por varias encuestas en diversos países y medios. En el Reino Unido fue elegida como “La novela más querida”, en Australia fue votada como “Libro favorito”, en Alemania la consideran la obra de literatura favorita y los clientes de Amazon.com la eligieron como “Libro del milenio”. Su popularidad no es ningún misterio, ya sea por el estilo de escritura, los memorables personajes o la emocionante historia, es fácil enamorarse del mundo fantástico creado por Tolkien.
Al tener un producto con la aceptación comprobada del público el siguiente paso lógico para Hollywood era llevarla al cine. Peter Jackson fue el encargado de dirigir esta trilogía con un presupuesto de 281 millones y ocho años de completa devoción en los que las tres entregas se filmaron de manera simultánea en Nueva Zelanda. Algunos pasajes de la novela se omitieron y otros se inventaron pero siempre respetando la visión de Tolkien. El resultado fue una asombrosa producción que cautivó a fans de todas las edades, logró la admiración de la crítica, numerosas nominaciones y premios y el poder contarse entre las franquicias más exitosas y redituables de todos los tiempos.
Se podría pensar que los productores se contentarían con el éxito obtenido y estarían listos para buscar el próximo proyecto, quizás uno alejado de esta franquicia pero no fue así. Decidieron que aún podían sacar más leche de esa vaca y lo harían filmando The Hobbit, un viaje inesperado. Creyeron que sería fácil emular el éxito de El señor de los anillos y crearían otra trilogía que abarrotara las salas de cine y que inspirara todo tipo de mercancía que los fans salieran corriendo a comprar.
En teoría podía funcionar pero en la práctica no tuvo el resultado esperado. The Hobbit parecía tener una maldición desde un principio, las negociaciones para conseguir los derechos de filmación se alargaron, Jackson entabló una demanda contra New Line por la privación de ganancias derivadas de la venta de mercancía, Guillermo del Toro renunció como director del proyecto debido al retraso en la filmación y la huelga de actores impuesta por la federación internacional entre otros fueron algunos de los problemas que la producción debió enfrentar.
Por si todo esto no fuera suficiente, PETA denunció que 27 animales murieron durante la filmación debido a las pésimas condiciones en que los tenían. Desde ovejas cayendo en hoyos y gallinas destrozadas por perros no supervisados hasta serios accidentes de caballos que no fueron atendidos. PETA instó a Jackson a usar CGIs (Imágenes generadas por computadora) en vez de animales reales pero éste se rehusó.
Jackson tomó la controversial decisión de filmar esta película con la tecnología HFR 3D (High Frame Rate) para ofrecer imágenes más cercanas a la realidad. Esto es que, a diferencia del resto de las películas que contienen 24 frames por segundo, The Hobbit contiene 48 frames por segundo pero para lograr el efecto completo debe ser proyectada también a esa velocidad.
Esta tecnología no tuvo la aceptación esperada debido a que permite mucho más definición e iluminación a la que estamos acostumbrados así que el espectador necesita un tiempo de adaptación. La nitidez también jugó en contra de la película y permitió ver las imperfecciones de maquillaje y escenografía. El formato remitió a muchos el utilizado en las telenovelas.
The Hobbit está plagado de problemas pero los más importantes no son los que mencioné arriba sino que la historia es dolorosamente alargada segundo tras segundo para justificar el que tengamos que ver una segunda y una tercera entrega. Los personajes no tienen el mismo encanto de los de El señor de los anillos y las batallas no tienen el nivel de emoción que se esperaría de este proyecto.
Tampoco le ayuda mucho que los personajes tengan un buen repertorio de canciones que no tienen relevancia en la historia, asumo que sólo los pusieron a cantar para quemar más tiempo. Hay películas en que la acción es constante y si te levantas unos segundos puedes perder una parte crucial de la trama, The Hobbit no es una de esas. Lo único que hacen los personajes es caminar todo el tiempo, hacen una pausa para descansar, quizás cantar, comer, dormir y volver a caminar.
Claro que hay secuencias de persecución y pelea pero éstas también se alargan innecesariamente. Creo que The Hobbit sería una buena película si hubieran terminado de contar la historia en una sola entrega, tal vez dos pero no quiero ni imaginar cómo lograrán justificar que se necesitan tres entregas para ver el final del viaje de Bilbo Baggins.
 
A pesar de todo logró la posición número 15 en la lista de películas que han generado más de mil millones de dólares. Esa cifra es suficiente para justificar las secuelas y aunque The Hobbit no tiene la misma magia de El señor de los anillos, no faltarán fans que, por lealtad a Tolkien o a Jackson, esperen ansiosamente las próximas entregas. Por mi parte, ya vi los cortos de la segunda parte y muestran a los mismos personajes caminando y haciendo pausas para descansar, sé exactamente qué esperar.
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.

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