lunes, 3 de septiembre de 2012

Libre al fin, no más entregas

Después de sufrir la primera y segunda parte de la inexplicablemente famosa trilogía de E.L. James puedo decir con alivio que mi tormento llegó a su final tras leer 50 Sombras liberadas. Reconozco que ha sido hipócrita de mi parte criticar tanto estos libros y, aun así, haberlos leído todos, quisiera decir que fue un placer culposo pero no fue así en lo más mínimo.
Ya había comentado con anterioridad el sadomasoquismo de mi parte al obligarme a leer un material tan penosamente escrito y mi obsesión por comentar al respecto, de alguna manera arrastrando a los demás al enfermizo mundo creado por la autora.
Ya se ha mencionado hasta el cansancio el impacto negativo que esta trilogía puede tener sobre la mujer y las relaciones de pareja. No estamos hablando de las vívidas descripciones de las escenas de sexo sino del maltrato psicológico al cual la protagonista es sometida. No importa qué tantas veces el desquiciado Christian Grey le diga a la insípida Anastasia que es hermosa, sus abusos jamás podrían ser parte de un romántico cortejo, por lo menos no de uno saludable.
En 50 Sombras de Grey el mensaje parece ser que no importa lo que te diga tu instinto, ni tu familia, ni tus amigos, no importa si temes incluso por tu integridad física, vale la pena arriesgarse con un hombre si es lo suficientemente guapo. Todo el libro parece una oda a los atributos físicos de Grey que hacen que todo asomo de sentido común salga por la ventana.
50 Sombras más oscuras tiene otro mensaje, uno igual de denigrante para la mujer, aunque un hombre esté dañado emocionalmente y necesite humillarte y haya llevado una vida tan peculiar que ahora te mete en problemas que nunca imaginaste sólo debes considerar algo, si el sexo es bueno, vale la pena replantear toda tu vida y acomodarla a sus necesidades. Incluso si el pasado de ese hombre te mete en situaciones peligrosas, vale la pena si ese hombre es un Dios del sexo.
El último libro de esta vergonzosa trilogía tiene un último y peligroso mensaje, si un hombre lleva la relación al extremo, destroza tus nervios y controla cada aspecto de tu vida debido a sus traumas está bien. Si lo amas lo suficiente, eventualmente comprenderá que nunca te irás de su lado sin importar cuánto te maltrate. Sinceramente no entiendo cómo es que la relación entre estos personajes pueda considerarse una historia de amor.
Por si no fuera suficiente con las actitudes controladoras y reacciones explosivas de Grey, Anastasia debe lidiar también con las personas que son parte de la vida de su ahora esposo. Algunas son amigables pero otras deciden unirse a la enfermiza diversión maltratando a Anastasia. Aun así, ella no se da por vencida porque está perdidamente enamorada del hombre que insistió en desposarla y exigirle que, con a sus 22 años, renunciara a todo y se dedicara sólo a él.
Las escenas de sexo en este libro son aburridas y repetitivas, tanto así que podríamos saltarnos páginas completas y Grey y Anastasia seguirían recorriendo sus cuerpos con sus lenguas mientras se prometen el uno al otro que jamás se separarán. La mayor obscenidad en esta última entrega es la frivolidad de la nueva vida de Anastasia. Si E.L. James hubiera hecho contratos publicitarios por mención de marcas tendría más dinero que el ridículamente millonario Christian Grey.
El desfile de marcas de ropa, accesorios, coches, celulares, computadoras y gadgets es interminable. Lo último en tecnología, lo mejor en vehículos, los diseñadores de ropa más famosos, es irritante lo fácil que Ana se acostumbra a una vida de sirvientes, viajes en yate, guardaespaldas, compradores personales, bienes inmuebles y mucho más. No es de sorprender que se le juzgue de caza fortunas a lo largo del libro pero sí es desesperante que incluso su propio esposo se lo diga y ella tolere estas nuevas acusaciones porque lo ama.
Todos hemos conocido relaciones intensas, ya sea viviéndolas en carne propia o viendo sufrir a alguno de nuestros seres queridos. Mi único consuelo al estar leyendo estos libros es que Grey y Steele son personajes ficticios pero es alarmante considerar lo que sucede en el mundo real. Millones de mujeres sufren abuso físico y psicológico diario en todo el mundo. Muchas logran escapar valientemente de esas terribles situaciones pero otras no son tan afortunadas, algunas no cuentan con los medios para dejar atrás esa vida y otras tantas no tienen la voluntad para salir de un ciclo de abuso.
¿Qué es lo que les dice una trilogía cómo estas a todas esas mujeres? ¿Está bien, no te sientas mal? ¿Ámalo y ayúdalo a sanar? Ojalá nadie esté tomando en serio estos libros porque entonces sería un retroceso enorme para los derechos de la mujer. Incluso parece que la autora se las ingenia también para insultar a los sadomasoquistas. Trivializa estas prácticas y las hace parecer propias de personas traumatizadas con historial de abusos. E.L. James olvida considerar a los adultos que realizan estas actividades con consentimiento de todas las partes involucradas que lo hacen sólo por preferencia y no como resultado de algún trauma de la niñez.
Critico mucho a E.L. James pero quizás sea un genio de la mercadotecnia, una mujer que se atrevió a hacer del abuso una noción romántica y logró convertirse en un fenómeno editorial. Por mi parte, no encuentro atractiva la humillación ni el acoso pero cada cabeza es un mundo y no hay cabida en el mío para Christian Grey y Anastasia Steele.
La imagen utilizada es propiedad de la Editorial.

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