martes, 19 de noviembre de 2013

Pateando traseros

 
El éxito y el fracaso de una película es un esfuerzo colectivo. Tal vez el guión apesta pero los efectos especiales lo compensan o tal vez la película es brillante pero el actor principal no era el idóneo. Claro que hay quiénes cargan más con la culpa que otros y funciona de la misma manera si la película es un éxito. La magia del cine sucede cuando una producción logra que todo funcione, nada sobra y nada falta. Es así como se crean obras maestras y no sólo por hacer una nueva versión van a mejorarla, en ocasiones las destruyen.
Soy tan fan de los remakes como cualquiera pero hay que reconocer que es desconcertante la cantidad impresionante de nuevas versiones de películas que ni siquiera eran buenas cuando las hicieron ¿por qué hacerlas nuevamente? Habiendo tantas historias por contar es extraño que elijan precisamente las que nadie quiere ver otra vez. En el caso de las segundas partes es diferente ya que se asume que si hay secuelas es porque la primera entrega fue un éxito y el público quiere saber qué sigue o desea volver a ver a ciertos personajes.
Una película que es un claro ejemplo de esto es Kick-Ass, adaptación del cómic del mismo nombre, que se arriesgó a llevar a la pantalla grande una historia poco conocida y que pudiera resultar controversial por el grado de violencia que se maneja, sobre todo por el personaje de la pequeña Hit-Girl. David es Kick-Ass, un súper héroe sin súper poderes creado por un adolescente que de buenas a primeras decide luchar contra los malos sin ningún entrenamiento ni armas reales.
Como era de esperarse, tras enfundarse en un traje que él mismo modificó, y salir a patrullar las calles termina en el hospital severamente herido. Su larga recuperación no lo desanima y pronto está nuevamente peleando contra el crimen sólo que en su segundo intento lo logra y su hazaña es grabada y subida a internet dándole cierta notoriedad convirtiéndolo en una celebridad local. Las circunstancias lo llevan a conocer y después aliarse con Big Daddy y Hit-Girl. Un dúo de padre e hija que hacen lo mismo que Kick-Ass pero mejor.
Hit-Girl es un arma mortal de 11 años que ha sido entrenada por su padre desde pequeña, es experta en diferentes tipos de combate y armas. Big Daddy es un ex policía que cuenta con un arsenal digno de un batallón y que dispone de suficientes recursos para dar batalla al peligroso mafioso que lo incriminó y que le costó su trabajo y reputación.
La película fue un éxito en taquilla y rápidamente se volvió de culto sin importar lo altamente criticada que fue por la violencia y el lenguaje que algunos consideraron demasiado obsceno para ser utilizado por una niña pre adolescente. Kick-Ass no sólo es entretenida sino que es inspiradora y exalta valores positivos. Está claro que no incita a ponerse un antifaz y una capa para exponerse al crimen pero habla sobre el deseo de hacer de este un mundo mejor y de enfrentarnos a la maldad en busca de la justicia.
Me emocionaba saber que habría una segunda entrega pero cuando supe que Jim Carrey estaría en ella me desilusioné. Nunca me ha gustado ese actor, sus exageradas muecas me resultan molestas y son más las películas malas que ha hecho que las buenas. Por si sus antecedentes no fueran suficientes para que me incomodara su presencia en la película se atrevió a decir que no apoyaba su trabajo en el largometraje por su nivel de violencia. Sus desafortunadas y desleales declaraciones simplemente lo hicieron ver como un hipócrita que no tuvo problema alguno con la violencia mostrada al aceptar su cheque. Aaron Taylor-Johnson y Chloe Moretz (Kick-Ass y Hit-Girl) mostraron clase al declarar que respetaban la opinión de Carrey pero que al final del día era una trama ficticia y que iba con el tono de la primera película.
Kick-Ass 2 resultó ser una gran película a pesar de Carrey, debo reconocer que hizo un gran papel, quizás porque interpretó el personaje de la manera menos Carrey posible, ni siquiera parecía él, la voz era completamente diferente, sus caras ridículas brillaron por su ausencia y el antifaz que portaba gran parte del tiempo nos ayudaba a olvidar que era él. En esta secuela vemos a nuestros héroes enfrentarse a un antiguo conocido: Chris D’Amico, que busca vengarse de Kick-Ass, a quien culpa por la muerte de su padre.
Chris contrata a un grupo de peligrosos malhechores y los transforma en una banda de súper criminales para lograr su propósito. Kick-Ass y Hit-Girl deben pelear nuevamente pero en esta ocasión van apoyados por un grupo de ciudadanos comunes y corrientes que están igual o peor que David cuando empezó. Sin entrenamiento ni armas pero con disfraces caseros y mucho corazón se suman a la batalla.
Al igual que en la primera entrega la que se lleva la película es Hit-Girl, con su ruda actitud y sus expertas técnicas de combate es capaz de acabar con cualquier que se cruce en su camino. Este personaje era más gracioso e interesante cuando se trataba de una pequeña niña que desarmaba y golpeaba a musculosos hombres. Ahora de adolescente sigue siendo un buen personaje pero perdió un poco de su chispa.
La película no pudo emular el éxito en taquilla de su predecesora pero si vieron la primera no pueden perderse la secuela. Es verdad que la película es violenta pero no más que muchas otras, además sería absurdo pelear contra el crimen sin soltar unos cuantos golpes o decir malas palabras, así resulta más entretenido. Definitivamente no estuvo al nivel de la primera pero aun así es una película muy recomendable que demuestra que no hacen falta grandes presupuestos ni efectos especiales para cautivar al público.
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.
 
 

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