viernes, 12 de julio de 2013

¡Es un pájaro! ¡Es un avión¡ ¡Es una súper franquicia!

 
Cuando se les pregunta a los hombres cuál superhéroe quisieran ser la mayoría contesta Batman o Superman. Comprendo el atractivo de Batman, es un excéntrico multimillonario que no necesita de arañas radiactivas, extrañas mutaciones o poderes del espacio exterior para salvar a la humanidad. Sus súper poderes son su inteligencia, valentía y habilidad para enfrentar todo tipo de situaciones. Superman puede volar y es prácticamente indestructible, cualidades altamente apreciadas pero a mí no termina de convencerme, quizás me haga falta un cromosoma para entender la obsesión por este superhéroe.

No quiero decir que no sea un buen personaje o que sus habilidades no sean admirables pero nunca he contado a Superman entre mis superhéroes favoritos. Siempre me ha parecido un santurrón cuya inmensa preocupación por mantener su calidad moral parece no dejar tiempo para divertirse un poco. Cualquiera pensaría que con un cuerpo tan resistente podría desvelarse un poco, que se le pasaran las copas de vez en cuando o salir con algunas de las muchas mujeres que lo asedian.

No puedo dejar de mencionar el hecho de que, por alguna razón inexplicable, con sólo engominar su cabello, utilizar lentes y portar un traje nadie se da cuenta que él es en realidad El hombre de acero. Todos sus compañeros de trabajo asumen que es un nerd, con un cuerpo envidiable, aun así un nerd, de personalidad acartonada tan inseguro que en ocasiones es incluso incómodo estar cerca de él.

Sé que Clark Kent exagera su condición humana para no despertar sospechas sobre su verdadera identidad y que intenta no socializar más de lo necesario para no poner en peligro a sus amistades pero hasta Batman se permite ciertas frivolidades de vez en cuando. Lo que encuentro desconcertante de este personaje es lo mismo que lo convierte en un admirado superhéroe norteamericano con altos ideales.
 
Superman no siempre fue el ejemplar de moralidad que conocemos hoy en día, en un principio era más agresivo y rudo, no medía su fuerza a la hora de castigar a los malos, los lanzaba con tal fuerza que lo más seguro era que los matara aunque esto no se mostraba de manera explícita en los cómics. Con la llegada de un nuevo editor también llegó un nuevo código de conducta obligatorio para los personajes y fue en ese momento que Superman cambió. El hombre de acero juró nunca tomar una vida humana y se apegó a un estricto código moral que lo caracteriza hasta hoy en día.
 
Este Superman caballeroso, de sonrisa amigable y tibios ataques a maleantes es el que popularizó Christopher Reeve en la exitosa franquicia de cuatro entregas de Superman. La primera se estrenó en 1978 y la última en 1987. En un intento por aprovechar el furor de Superman se contemplaron varias nuevas películas que por diversas razones no se hicieron. Desde financiamientos perdidos hasta tramas cuestionables, simplemente no era el momento de una nueva versión. Afortunadamente Tim Burton renunció muy a tiempo a uno de esos proyectos, ni siquiera su genialidad hubiera podido rescatar al personaje de Superman tras ser interpretado por Nicolas Cage.
 
El personaje no fue retomado en cine hasta 2006 con Superman Regresa. Su protagonista, Brandon Routh, guardaba gran parecido con Reeve y parecía tenerlo todo para encarnar al personaje pero carecía de carisma y tanto él como Kate Bosworth no lograron cautivar al público y la película no tuvo el éxito esperado. En un intento por salvar la franquicia se contactó al equipo responsable de los guiones para la trilogía de Batman para que escribieran la nueva historia de Superman.
 
El resultado fue El Hombre de Acero con Henry Cavill como Superman. En mi opinión, este Superman es el más poderoso de todos al lograr en 143 minutos lo que ni Brandon Routh ni Christopher Reeve lograron en las entregas pasadas: mostrar personalidad. Cavill humaniza al kriptoniano sin necesidad de comportarse como un ingenuo en su identidad como humano o como un robot con sonrisa permanente cuando porta mallas y capa. El utilizar a Amy Adams como Luisa Lane fue un gran acierto y la química entre ella y Cavill es innegable.
 
Michael Shannon es un villano memorable pero lo es aún más Antje Traue, su interpretación de Faora opaca al General Zod. Los efectos especiales y las asombrosas batallas logran que esta película complazca a todos los fans del género. Quizás las luchas cuerpo a cuerpo duran un poco más de lo que se esperaría y la destrucción que causan a su alrededor parece acercarse a la que vemos en las películas sobre el fin del mundo pero es ciencia ficción, se permite exagerar un poco y caer en unos cuantos absurdos para enriquecer la trama.
 
Russell Crowe logra una brillante interpretación de un kriptoniano que no muestra emociones, un papel hecho a su medida. Hay rumores sobre una posible precuela así que podríamos ver a Crowe nuevamente como Jor-El, padre de Superman. En resumen una súper película que muy pocos podrán criticar negativamente. Viendo el buen trabajo que hicieron con esta primera entrega sólo podemos especular favorablemente sobre la secuela en la que esperamos ver a un nuevo y mejorado Lex Luthor.
 
 
La imagen utilizada es el póster oficial de la película y es propiedad de la productora.
 

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