Hace unos meses leí un reportaje acerca del renaciente interés por los zombies en la cultura pop. Se mencionaba la reinvención del tema y se explicaba con asombro lo exitosas que han resultado las nuevas adaptaciones a cine y televisión. No entiendo por qué la popularidad del fenómeno zombie les causa desconcierto a algunos, para los que somos fans de este concepto desde hace años no es ninguna sorpresa.
Los zombies han hecho innumerables apariciones en películas B que, a pesar de ser altamente criticadas, gozan de una enorme cantidad de seguidores que han permanecido fieles al género durante décadas. De la misma forma en que los vampiros y los licántropos regresan a la pantalla grande para cautivar a nuevas generaciones los zombies hacen lo suyo al ganar terreno sin necesidad de cursis historias de amor o protagonistas tan atractivos que parecen salidos de una pasarela.
Los zombies son seres espantosos, putrefactos, con miembros faltantes y órganos saliendo de sus cuerpos. En algunas versiones caminan lenta y torpemente mientras en otras corren ágilmente e incluso poseen cierto nivel de inteligencia que los hace más letales. Los desafortunados humanos que deben enfrentarse al apocalipsis zombie no pierden tiempo en verse bien o en conseguir un sofisticado armamento, simplemente actúan lo más rápido posible para escapar de los muertos vivientes, improvisar un arma con lo que encuentren y procurarse un vehículo de escape.
Hay que reconocer que con el tiempo la fórmula de las películas de zombies se volvió un tanto predecible y repetitiva. Siempre comenzaban con la normalidad de la vida diaria, se desataba el caos, las circunstancias llevaban a un puñado de desconocidos, lo más variado posible, a unirse e intentar sobrevivir. No tardaban en aparecer las diferentes aportaciones de los miembros según sus particulares habilidades y nunca faltaban el eterno pesimista, el lastre, el líder nato y el que se sacrifica por alguno de sus compañeros.
The Walking Dead es una extraordinaria serie de televisión que demostró que las tramas en el género zombie no sólo incluyen la búsqueda de comida y refugio mientras huyen de sus monstruosos perseguidores. Esta serie adaptada del cómic del mismo nombre ha roto récords de audiencia y ha recibido numerosas nominaciones por actuación, edición y efectos especiales entre otros. Sus escritores han logrado crear un ambiente de tensión no sólo por la amenaza de los muertos vivientes que con una sola mordida sellan el destino de los protagonistas sino por la profundidad de los personajes y la complejidad de las relaciones entre ellos.
No todas las críticas son buenas, en ocasiones se le ha considerado a esta serie un poco “telenovelesca” por incluir triángulos amorosos y traiciones dentro del grupo de sobrevivientes pero el aspecto humano de esta serie es lo que la caracteriza y la sitúa en una categoría diferente al resto de las historias situadas en un apocalipsis zombie. Siguiendo esta línea, hay un autor que fue incluso más allá y decidió contar, desde su punto de vista, cómo hubieran lidiado con los zombies en la Inglaterra de principios del siglo XIX.
Seth Grahame-Smith, mejor conocido por ser el autor de Abraham Lincoln, Caza Vampiros, novela recientemente llevada a la pantalla grande, se atrevió a inyectar una buena dosis de muertos vivientes en una novela clásica de Jane Austen dando como resultado: Orgullo y Prejuicio y Zombies. Para algunos el concepto puede resultar extraño pero en cuanto vi el libro pensé “Literatura clásica inglesa y zombies, debe ser un gran libro” y no me equivoqué.
Aunque por momentos nos parece estar leyendo palabra por palabra el libro de Austen con menciones de zombies aquí y allá es impresionante la facilidad con que aceptamos la realidad de ese universo alterno en el que Elizabeth Bennet es una gran guerrera cuyas habilidades para acabar con innombrables, así les llaman a los zombies en esta novela, son reconocidas en la campiña inglesa.
Todos los personajes y pasajes de Orgullo y Prejuicio aparecen en este libro sólo que deben lidiar con zombies que entran sin invitación a las reuniones sociales y que atacan los carruajes en los que las mujeres se aventuran a salir para conseguir marido. El recato, los buenos modales, el cortejo y la importancia de la reputación no se olvidan en ningún momento pero a estas virtudes se agrega el dominio de las artes marciales y el manejo envidiable de una katana.
Un libro recomendado para todos los románticos que aprecien una buena pelea con zombies. Una lectura original y divertida que se las ingenia para incluir ninjas y trampas hechas con coliflor para atraer innombrables en las complicadas relaciones amorosas de las hermanas Bennet.
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