miércoles, 21 de noviembre de 2012

Antes de ver el futuro hay que ver el pasado


Hoy en día es fácil encontrar personas que aseguran poseer todo tipo de habilidades y dones para ver el futuro y predecir nuestra suerte. En las calles vemos su publicidad y hasta en medios impresos los anunciantes parecen pelearse por un mercado ávido de saber si podrá conquistar a la persona que ama o si el negocio que va a emprender será todo un éxito.
Las líneas psíquicas son un negocio millonario cuya clientela no parece que vaya a disminuir algún día gracias a que todos, incluyendo a los escépticos, quieren escuchar palabras alentadoras sobre su futuro. Nunca faltan familiares y amigos que nos recomienden a “la señora que echa cartas” o al “hombre que lee los caracoles”.
Desde políticos hasta artistas admiten creer en médiums y videntes y confían en ellos para tomar decisiones importantes. Resulta ahora tan lejano el que tales admisiones en otros tiempos llevaban tanto a los consultantes como a los psíquicos directo a la horca o a la hoguera. Hoy en día parecería que el mayor crimen de las personas que dicen leer el futuro sea los precios exorbitantes que en ocasiones cobran por sus servicios.
La persecución, la tortura y los juicios por brujería están bien documentados y siguen causando indignación no sólo por el sufrimiento y las muertes que causaron sino por el descarado abuso de poder religioso y político y la confiscación de bienes de los supuestos herejes. En la Francia del siglo XIV no sólo padecían pestes e injusticias sociales sino que la inquisición estaba en su apogeo y el temor a ser acusado de brujería hacía desconfiar de vecinos e incluso de familiares.
Este es precisamente el ambiente en el transcurre En el tiempo de las hogueras, novela escrita por Jeanne Kalogridis. La historia se va desarrollando a través de los relatos de una abadesa del convento de Carcassona cuyas curaciones milagrosas la llevaron a ser arrestada bajo cargos de brujería. Un joven escriba enviado por la Iglesia recoge su historia a manera de confesión antes de enviarla a morir en la hoguera.

Kalogridis nos transporta en el tiempo y, a través de las palabras de la abadesa, sentimos que estamos experimentando en carne propia el temor y el sufrimiento de todas las personas que fueron acusadas injustamente. Retrata a la perfección la hipocresía de la época al juzgar de brujas a aquellas personas que poseían los conocimientos ancestrales sobre la naturaleza pero, si la medicina convencional fallaba, no dudaban en acudir a ellas y solicitar sus remedios con hierbas.
En este maravilloso libro se denuncia la persecución a parteras, judíos e incluso templarios y todo debido a la ignorancia de las personas y a la lucha por el poder. Lo que comienza como la confesión de una pobre mujer que no tiene esperanza alguna de evitar ser quemada en la hoguera se transforma en una asombrosa historia sobre la eterna lucha entre el bien y el mal.
Las piezas del rompecabezas van cayendo en su lugar página tras página revelando la verdad tras los acontecimientos que la Iglesia manipulaba para continuar ejerciendo su implacable poder. Conforme la abadesa avanza en su relato, el joven escriba comienza a cuestionar todo en lo que siempre ha creído a pesar de que, antes de escuchar a la abadesa, su fe era inquebrantable.
La conmovedora historia de la abadesa, desde su nacimiento hasta su arresto por cargos de brujería, provoca indignación pero también resulta inspiradora y nos llena de esperanza. Su relato nos muestra a una mujer fuerte y decidida que no se detendrá hasta cumplir con su destino, una mujer que no teme a dar su propia vida con tal de que el bien triunfe sobre el mal.
En el tiempo de las hogueras es un libro fiel a la época, a las tradiciones y a las costumbres paganas que condenaron a tantas personas. El conocimiento que la autora posee sobre el tema la llevó a escribir de manera honesta y con total comprensión de las llamadas creencias heréticas. Kalogridis hace justicia con sus palabras a todas aquellas personas que sufrieron en la inquisición al mostrarlos cómo lo que realmente eran, personas que amaban y sufrían como cualquier otra cuyo único pecado fue atreverse a elegir un camino diferente al que la Iglesia les dictaba.
La imagen utilizada es propiedad de la Editorial.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Un cuento de Navidad lleno de esperanza y zombies


La Navidad es una época mágica, llena de esperanza, sueños y amor hacia nuestros semejantes. Hay personas que se comportan como unos verdaderos desgraciados el resto del año pero en la temporada decembrina encuentran en su interior la poca bondad y humanidad que tienen y hacen obras de caridad, ayudan a los necesitados o por lo menos dejan de lado sus acostumbradas actitudes egoístas.
El verdadero significado de la Navidad se ha perdido entre estrategias de mercadotecnia y sentimentalismos gratuitos. El consumismo y el sentimiento de culpa llevan a las personas a dar regalos y compartir la mesa con amigos y parientes a los que normalmente evitarían en cualquier otra época. Afortunadamente, no todas las personas ven a la Navidad de esa manera y realmente viven la festividad con sentimientos de amor, paz y fraternidad.
También tenemos por otro lado a los amargados que harían ver a Ebenezer Scrooge como la Madre Teresa, me refiero a aquellos que se empeñan en criticar y repudiar todo lo relacionado con las fiestas Navideñas. Tales actitudes se pueden deber a algún mal recuerdo relacionado con la época o quizás porque la Navidad, al igual que el día de San Valentín, parece predicar que no tener a nadie con quién compartir esa fecha es un pecado capital o por lo menos es suficiente para catalogar a alguien como un patético perdedor. Lo que me lleva a mencionar a los que pasan todo el mes de Diciembre deprimidos.
Cada quién tiene su manera muy personal de vivir la Navidad pero la mejor que he encontrado hasta el momento es la de uno de mis autores favoritos, Christopher Moore. Su inigualable estilo y humor negro lo han posicionado como lectura obligada para aquellos que no podemos vivir sin una buena dosis de sarcasmo. Moore toma varios elementos de los cuentos clásicos de Navidad y les da su característico toque peculiar para crear un entretenidamente terrorífico cuento Navideño.
Moore crea personajes memorables con facilidad y los transporta de una novela a otra logrando que encajen a la perfección en cada nueva trama y en El ángel más tonto del mundo tenemos unos cuantos ya conocidos. Tal es el caso de Raziel, el ángel que llega a la tierra para cumplir el deseo de Navidad de un niño y lo encuentra en Pine Cove, un pintoresco pueblo que se prepara para las festividades.
Hasta aquí parece que toda va bien y que los habitantes del pueblo serán testigos de un milagro celestial que abrirá sus corazones pero Moore da un genial giro a la historia. Un hombre disfrazado de Santa Claus es asesinado y el testigo de ese crimen es precisamente el niño que Raziel eligió para obrar su milagro. ¿Qué mejor obra que devolverle la vida al mismísimo Papá Noel? El problema es que el hombre con disfraz no será el único en despertar de entre los muertos.
En tan sólo unos segundos Pine Cove deja de ser un pacífico pueblo con habitantes cuya mayor preocupación era la decoración y el bufet a servir en la reunión de la iglesia. Ahora el pueblo es asediado por una horda de zombies hambrientos que perseguirán a sus habitantes hasta conseguir sus deliciosos cerebros.
Moore siempre crea situaciones extraordinarias en los entornos más ordinarios, cada escena está salpicada de ironía, sarcasmo y humor negro. Los héroes impensables de la historia mantienen nuestra atención y despiertan nuestra simpatía hacia ellos. Incluso es inevitable sentir compasión por los pobres zombies que, después de llevar tantos años bajo tierra simplemente escuchando los chismes del pueblo, pueden al fin levantarse, desempolvarse y divertirse un poco.
Una historia Navideña que no deben perderse, les recomiendo que consigan la segunda edición ya que en ella se incluye una pequeña historia al final que retoma a los personajes un año después de su terrorífico encuentro con zombies navideños.
El deseo de paz en el mundo, la convivencia en familia, el ayudar al prójimo, todo eso está muy bien pero si de Navidades divertidas se trata, El ángel más tonto del mundo es la mejor opción. No encontrarán una mejor historia de Navidad con zombies y por si eso no fuera suficiente para tentarlos a leer este gran libro también aparece un murciélago con lentes oscuros y una mujer con espada ¿necesitan más?
La imagen utilizada es propiedad de la Editorial.