Hoy en día es fácil encontrar personas que aseguran poseer todo tipo de habilidades y dones para ver el futuro y predecir nuestra suerte. En las calles vemos su publicidad y hasta en medios impresos los anunciantes parecen pelearse por un mercado ávido de saber si podrá conquistar a la persona que ama o si el negocio que va a emprender será todo un éxito.
Las líneas psíquicas son un negocio millonario cuya clientela no parece que vaya a disminuir algún día gracias a que todos, incluyendo a los escépticos, quieren escuchar palabras alentadoras sobre su futuro. Nunca faltan familiares y amigos que nos recomienden a “la señora que echa cartas” o al “hombre que lee los caracoles”.
Desde políticos hasta artistas admiten creer en médiums y videntes y confían en ellos para tomar decisiones importantes. Resulta ahora tan lejano el que tales admisiones en otros tiempos llevaban tanto a los consultantes como a los psíquicos directo a la horca o a la hoguera. Hoy en día parecería que el mayor crimen de las personas que dicen leer el futuro sea los precios exorbitantes que en ocasiones cobran por sus servicios.
La persecución, la tortura y los juicios por brujería están bien documentados y siguen causando indignación no sólo por el sufrimiento y las muertes que causaron sino por el descarado abuso de poder religioso y político y la confiscación de bienes de los supuestos herejes. En la Francia del siglo XIV no sólo padecían pestes e injusticias sociales sino que la inquisición estaba en su apogeo y el temor a ser acusado de brujería hacía desconfiar de vecinos e incluso de familiares.
Este es precisamente el ambiente en el transcurre En el tiempo de las hogueras, novela escrita por Jeanne Kalogridis. La historia se va desarrollando a través de los relatos de una abadesa del convento de Carcassona cuyas curaciones milagrosas la llevaron a ser arrestada bajo cargos de brujería. Un joven escriba enviado por la Iglesia recoge su historia a manera de confesión antes de enviarla a morir en la hoguera.
Kalogridis nos transporta en el tiempo y, a través de las palabras de la abadesa, sentimos que estamos experimentando en carne propia el temor y el sufrimiento de todas las personas que fueron acusadas injustamente. Retrata a la perfección la hipocresía de la época al juzgar de brujas a aquellas personas que poseían los conocimientos ancestrales sobre la naturaleza pero, si la medicina convencional fallaba, no dudaban en acudir a ellas y solicitar sus remedios con hierbas.
En este maravilloso libro se denuncia la persecución a parteras, judíos e incluso templarios y todo debido a la ignorancia de las personas y a la lucha por el poder. Lo que comienza como la confesión de una pobre mujer que no tiene esperanza alguna de evitar ser quemada en la hoguera se transforma en una asombrosa historia sobre la eterna lucha entre el bien y el mal.
Las piezas del rompecabezas van cayendo en su lugar página tras página revelando la verdad tras los acontecimientos que la Iglesia manipulaba para continuar ejerciendo su implacable poder. Conforme la abadesa avanza en su relato, el joven escriba comienza a cuestionar todo en lo que siempre ha creído a pesar de que, antes de escuchar a la abadesa, su fe era inquebrantable.
La conmovedora historia de la abadesa, desde su nacimiento hasta su arresto por cargos de brujería, provoca indignación pero también resulta inspiradora y nos llena de esperanza. Su relato nos muestra a una mujer fuerte y decidida que no se detendrá hasta cumplir con su destino, una mujer que no teme a dar su propia vida con tal de que el bien triunfe sobre el mal.
En el tiempo de las hogueras es un libro fiel a la época, a las tradiciones y a las costumbres paganas que condenaron a tantas personas. El conocimiento que la autora posee sobre el tema la llevó a escribir de manera honesta y con total comprensión de las llamadas creencias heréticas. Kalogridis hace justicia con sus palabras a todas aquellas personas que sufrieron en la inquisición al mostrarlos cómo lo que realmente eran, personas que amaban y sufrían como cualquier otra cuyo único pecado fue atreverse a elegir un camino diferente al que la Iglesia les dictaba.
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