Sería imposible elegir un solo género musical para que
fuera el soundtrack de mi vida. Crecí
escuchando diversos tipos de música, no sólo de la generación de mis padres
sino la que mis hermanos escuchaban. Siempre tuvimos la libertad de expresar
nuestros diferentes gustos e incluso se nos alentaba a encontrar nuestra
identidad a través de cualquier expresión artística que se nos ocurriera. Las
diferentes personalidades de cada hermano eran obvias, y cada vez más marcadas,
según nuestros gustos musicales.
Mientras mi hermano escuchaba música clásica y rock
pop, mi hermana se inclinaba más hacia el pop y las baladas. Yo no tardé en
descubrir el Hard Rock y Heavy Metal pero nunca dejé de lado los géneros que
mis hermanos escuchaban. En ocasiones fui altamente criticada por mis gustos
musicales que eran considerados, por personas de mente estrecha, basura. Lo que
para algunos eran sólo sonidos sin sentido y estruendo que podía dejar sordo a
cualquiera para mí era la expresión del sentir de alguien con quien yo me
identificaba.
Fui afortunada al crecer en un ambiente musical
ecléctico porque aprendí que la música no se clasifica en vieja o nueva sino en
buena o mala. Así como hay composiciones de hace siglos que dejan bastante que
desear también hay maravillosas piezas clásicas que jamás dejarán de conmover a
nuevas generaciones. De igual manera, hay intérpretes contemporáneos de pop,
rock, rap, soul, etc. que son verdaderas artistas que se convertirán en
clásicos y otros tantos que, por no encontrar otra manera mejor de decirlo,
apestan.
Antes se requería verdadero talento, dedicación e
ingenio para llamar la atención del público, después posicionarse y finalmente
consolidarse como artistas pero ahora cualquiera puede ser la sensación del
momento gracias a Youtube. El mejor
ejemplo es Justin Bieber, no soy fan de su música y fuera de su éxito “Baby” no
podría mencionar otra de sus canciones. No quiero ser dura con él, quizás
realmente tenga talento pero su música no creo que trascienda, es difícil
imaginar que dentro de unos años sus canciones sigan vigentes, es más probable
que terminen como jingles para cereales o algún otro producto inofensivo.
La culpa no es del pobre Bieber sino de sus
manejadores, él es sólo un adolescente que no ha llevado una vida normal ya que
todos a su alrededor lo adulan mientras intentan disimular el signo de dólares
en sus ojos. Su comportamiento ha pasado de molesto a potencialmente peligroso
en poco tiempo pero era de esperarse en un ambiente tan dañino. Millones de
jovencitas lo adoran y se vuelven histéricas al verlo porque no conocen algo
mejor pero en unos años, cuando maduren y hayan tenido oportunidad de vivir realmente
espero tengan el suficiente sentido del humor para reírse de su absurdo
comportamiento de juventud.
No las estoy juzgando, admito que yo también idolatraba
a muchos artistas y gritaba histérica en sus conciertos pero jamás se me
hubiera ocurrido amenazar con mutilarme o suicidarme si algo les pasaba, como
es el caso con las “believers”. Yo ni siquiera había nacido cuando fallecieron
Jim Morrison, Janis Joplin y Jimmy Hendrix pero comprendo el impacto que sus
muertes tuvieron no sólo en sus fans sino en la cultura pop.
Era demasiado niña para comprender el gran vació que
dejó Lennon cuando lo asesinaron pero a mi corta edad ya era fan de The Beatles. Me deprimí con el suicidio
de Kurt Cobain pero no me sorprendió y cuando leí el encabezado que decía que
Jani Lane, vocalista de Warrant,
había sido encontrado muerto, demoré unos segundos antes de leer el resto de la
nota. Sobra decir que nunca lo conocí y no me entristecí directamente por él
sino por lo que representaba: el fin de mi adolescencia. Lane falleció hace un
par de años, mi adolescencia quedó atrás hace mucho más que eso pero por más
absurdo que parezca, su muerte lo hacía parecer oficial.
El rock ha sufrido cuantiosas y dolorosas pérdidas pero
quizás una de las más importantes ha sido Freddie Mercury, vocalista de Queen. Este brillante compositor poseía
una de las mejores voces de todos los tiempos. Con su gran personalidad y
carisma era capaz de cautivar a cualquiera. Su talento no tenía límites, tuvo
un entrenamiento musical clásico y su creatividad sólo aumentaba con el tiempo.
Mercury no era producto de la mercadotecnia ni un “one-hit wonder”, Freddie fue
el prototipo perfecto del artista que nació para compartir su talento con el
mundo.
La música de Queen
traspasa fronteras y generaciones, los integrantes de la banda siguen llenando
estadios a pesar de que su vocalista fue arrebatado de los escenarios al
fallecer de bronconeumonía complicada por el Sida que padecía. Sus canciones
son favoritas entre chicos y grandes, son temas de películas e himnos
personales. Desde “We are the champions” en los eventos deportivos hasta
“Bohemian Rhapsody” cuando la ocasión amerita cantar a todo pulmón, la mayoría
hemos entonado esos y muchos otros de sus temas a lo largo de nuestras vidas.
Se han hecho innumerables presentaciones de orquestas
filarmónicas interpretando la música de Queen
y esta propuesta sólo amplifica la majestuosidad que sus canciones poseen sin
necesidad de acompañamientos. La
Filarmónica de Acapulco en colaboración con el Quinteto Britania presentó Queen
Manía con un ambicioso programa de 16 de algunas de las canciones más
conocidas del grupo.
Siento decir que salí un poco decepcionada del evento,
algunos de los arreglos fueron perfectos pero otros no lograron mostrar el
poderío de las canciones. Me quedé con las ganas de escuchar ciertas canciones
pero era imposible no decepcionar a alguien al contar con espacio para sólo 16
piezas. El vocalista del Quinteto
Britania parece haber entrado frío o tardó en tomar confianza porque las
primeras canciones fueron un desastre en lo que a voces se refiere. La
grandiosidad de la interpretación de la filarmónica se perdía entre el
estruendo del público que insistía en cantar con todas sus fuerzas como si
estuviera en un concierto de rock.
Tras el intermedio el vocalista finalmente dio todo de
sí y las canciones se escucharon mucho mejor. El guitarrista se lució en los
solos, sobre todo cuando bajó del escenario y nos visitó a los que estábamos
sentados en la parte superior del auditorio. Su magistral interpretación
aumentó su valor al doble por tener el detalle de tocar su instrumento entre
las personas que abarrotábamos el lugar.
Hubo un gran ambiente durante todo el concierto y las
fallas de interpretación se compensaron con el talento y la actitud de los músicos.
Quedó claro que el personal artístico disfrutó interpretar la música de Queen tanto como el público disfrutó
escucharlos.
La imagen utilizada es propiedad de los organizadores
del evento.
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